miércoles, 27 de mayo de 2009

LAS 'REINAS' DE LOS WAYUU NO SE ELIGEN POR LAS CURVAS




Maricarmen Móvil Gámez duró tres meses encerrada. Tenía 14 años. Le había llegado su primera menstruación y, según la tradición wayú, debía permanecer lejos de las miradas masculinas y someterse a una dieta estricta para purificar su cuerpo.

Tuvo que suspender sus clases de octavo grado en la Normal Superior de Uribia para ser recluida en un cuarto con paredes de barro, en la ranchería El Paraíso, localizada en el kilómetro 18 de la vía Riohacha-Valledupar.

Su abuela materna, Ángela Pimienta; su mamá, Carmen Gámez, y su tía Cecilia Acosta eran su único contacto con el mundo exterior.

Los primeros tres días estuvo en ayunas, excepto por las tomas de jaguapia, un brebaje amargo preparado con hierbas. "Era para que dejara los malos hábitos de la niñez", dice su tía Cecilia. Además, le cortaron el cabello a la altura de la nuca y tenía que dormir en un chinchorro, colgado muy cerca del techo.

El encierro es el paso definitivo para convertirse en majayut -señorita en wayuunaiki-. En ese período que antes tardaba varios años – de acuerdo con la posición social-, pero que ahora se
reduce a meses e incluso días, las niñas wayuu son formadas para asumir su nueva condición de mujer.

Después del encierro

Ahora, su cabello negro y lacio le llega casi a la cintura y a través de la manta se dibujan las curvas de su reciente adultez. El pasado 4 de octubre cumplió 17 años, su piel es tersa y cuando sonríe muestra su dentadura de marfil.

Hace apenas unos días llegó desde Bogotá, donde estudia II semestre de Comunicación Social, para participar por Riohacha en el certamen de la 'Majayut de Oro', que será elegida el domingo 24 de mayo en el marco del Festival de la Cultura Wayuu en Uribia.

Esta población, en cuya plaza se levanta un obelisco y donde los indígenas han construido enramadas para atender a los visitantes, es el escenario del singular concurso, en el que la belleza ocupa un segundo plano.

Lo realmente importante es el conocimiento que tengan las participantes de los usos y costumbres de su cultura, el dominio del wayuunaiki -su lengua- y las destrezas en el tejido, el baile de la yonna o chichamaya (danza por pareja en la que la mujer persigue al hombre al son de la kaasha -tambor-) y la preparación de platos típicos.

"El concepto de belleza es diferente al occidental porque aquí no escogemos una mujer 90-60-90 sino una ciento por ciento orgullosa de su condición como wayuu", afirma Rosa Tulia Iguarán Epiayú, vicepresidenta de la Fundación del Festival.

Y agrega que la elección de la majayut es un homenaje al papel de la mujer dentro de la cultura wayuu. "Nosotros pertenecemos a una sociedad matrilineal y la majayut se convierte en una embajadora de nuestro pueblo", comenta.

Rosa, una mujer de rostro redondo y con poco maquillaje, sabe muy bien de lo que habla. En 1986, se convirtió en la primera en ostentar el título de 'Majayut de Oro'. Fue escogida por decreto y coronada por un capitán del Ejército.

Esa noche, recuerda, estaba ataviada con una manta estilizada, que imitaba los vestidos de las reinas de Cartagena, y tenía zapatos de tacón alto.

"¡Y eso que veníamos en un proceso de afianzamiento cultural!", advierte. Añade que ahora las aspirantes deben lucir mantas tradicionales, guaireñas (sandalias) y accesorios típicos y que a la ganadora, en lugar de corona, le entregan una kiara (cintillo tejido).

Yoselin Inés Casseres Henríquez, la candidata de Uribia, heredó el vestuario y las alhajas de sus presentaciones de su única tía materna, Inés Henríquez, quien murió al año siguiente de haberla instruido en su corto encierro, a los 13 años.

"Cuando vi la mancha roja me asusté, pero mi tía me explicó que ya era una mujer y que tenía que saber tratar a los varones y hacerme respetar para ser valorada", dice esta joven de 20 años, que cursa III semestre de Derecho en Barranquilla.

Aunque su padre es 'alijuna' (no indígena) se considera una auténtica wayú, por eso no se avergüenza de hablar en su lengua y de ir vestida en manta a la universidad.

Admite que entre sus planes no estaba participar como majayut, pero que ante la insistencia de la gente del pueblo, que le decía a Olivia, su mamá, que ella reunía las condiciones, se animó a hacerlo. "Para mí esto no es un concurso sino una experiencia donde hay que resaltar y mostrar la cultura", dice con total convicción.

La noche del domingo, en el cierre del festival, se conocerá el nombre de la nueva 'reina' de los wayuu. Las siete majayut que participan este año (cuatro de La Guajira y tres de Venezuela) harán su aparición en la tarima Mi´ira vestidas de gala: con mantas confeccionadas en un telar. Al final, la ganadora quizás no sea la más bella, pero si la que mejor represente la cultura de sus ancestros.

Estas son las candidatas

Miladis Patricia Epiayu Pushaina, representante de Manaure. Tiene 18 años y estudia 11 grado. Pertenece al clan Pushaina.
Ana Matilde Palmar Palmar, de la Universidad Costa Oriental del Lago de Maracaibo (Venezuela). Tiene 22 años. Pertenece al clan Uliana.

Yugeidy Guadalupe González González, de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador de Venezuela. Tiene 18 años y cursa IV semestre de Educación Intercultural Bilingüe. Pertenece al clan Pushaina.

Estilita Suárez Ipuana, de la Universidad de La Guajira. Tiene 22 años. Es oriunda de Nazareth (Alta Guajira) y estudia II semestre de Contaduría Pública. Pertenece al clan Ipuana.

Keli Tatiana Silva Uliana, de la Universidad del Zulia (Venezuela). Tiene 23 años y es miembro del clan Uliana.

Maricarmen Móvil Gámez, de Riohacha; y Yoselin Inés Casseres Henríquez, de Uribia, ambas del clan Apshana.

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